Alborada
Te esperé, con ansias locas
como la noche espera su luna,
como el viejo espera la muerte,
que de vez en cuando baja visitar
en las ciénagas nebulosas
las almas perdidas que anhelan
con amarga pasión
la sonrisa de una flor.
Hasta que apareciste,
y llenaste mi alma de esperanza,
vertiste agua en mi fuente seca y olvidada;
aprendí que la vida no siempre es cruel,
y no te dará más de lo que puedas soportar.
Aprendí,
que el amor es relativo,
y que amor es cuando tus labios se tocan con los mios
y se impregna de ti mi piel
y cuando tus dedos se enredan en mi cabello
o rozan mi cintura desnuda;
en esos momentos pienso
que no he vivido nada
aunque he vivido mas de lo que debiera,
aunque mi corazón se ha roto
y he tenido que recoger los pedazos
y unirlos nuevamente
y queda cautiva en el silencio de tu boca,
mi voz frágil,
quebrantada,
olvidada.
JFV
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